lunes, 14 de octubre de 2013

La noche septembrina

Aún recuerdo la terrible noche del 25 de septiembre de 1828, cuando casa presidencial fue atacada por hombres que pretendían asesinarlo; esa noche, yo Manuelita Sáenz me convertí en la liberadora del libertador, lo ayudé para que, enfermo y débil, lograra escapar arrojándose por un balcón. Perseguido como un prófugo se puso a salvo; pero no corrieron con la misma suerte los centinelas que custodiaban la casa y dos perros de su propiedad que fueron asesinados. El 8 de mayo de 1830 abandona la ciudad de Bogotá con tan solo diecisiete mil pesos producto de la venta de su vajilla de plata, sus alhajas y sus caballos; en su recorrido por el Río Magdalena, y en cada ciudad a la que llega recibe buenas atenciones y cuidados, que valieron poco, pues su salud empeoró. 



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