miércoles, 16 de octubre de 2013

La caída de un grande

Finalmente, llega a la ciudad de Santa Marta en estado de postración el 1 de diciembre de 1830. En sus momentos de lucidez logró dictar su testamento en el que proclamó que con su muerte por lo menos se conservara la unión de las nuevas repúblicas y desaparecieran los partidos políticos. Simón era atendido por el prestigioso Medico Francés Doctor Alejandro Próspero Reverend, quien constantemente revisaba su estado de salud. Al tomar la mano del libertador, notó la serenidad en su rostro, como si el dolor se hubiera ido, su pulso estaba desapareciendo. Sin pensarlo, pidió a los generales y oficiales que le acompañaban: “Señores acercáis, si queréis presenciar, el último aliento del Libertador ya es tiempo”. Tímidamente, se acercaron, entre ellos el general Monilla, quien al observar la escena entre lágrimas dijo: “Hoy murió el sol resplandeciente de Colombia a la edad de 47 años”, saco su espada, se dirigió al reloj de la habitación y cortó el péndulo a la una y tres minutos y cincuenta y cinco segundos, del día 17 de diciembre de 1830. Al amortajar el cuerpo se dio cuenta que la única camisa que tenía Bolívar estaba rota y dijo: “Bolívar aun muerto no vestirá una camisa rota, voy a traer una de las mías”. Le entregaron una que mandó el general José Laurencio Silva y con esa vistió el cuerpo.


El libertador de cinco naciones recibió cristiana sepultura en el altar mayor de la suntuosa Catedral Basílica de Santa Marta, donde permaneció hasta el 22 de noviembre de 1842, cuando fue traslado a su ciudad natal, donde reposó en la cripta de la Santísima Trinidad de la Catedral de Caracas, junto a las cenizas de sus padres y las de su esposa María Teresa del Toro; el 28 de octubre de 1876, fue traslado al Panteón Nacional donde sus restos permanecen.

En muchas partes del mundo se ha escuchado su nombre, poetas, escritores e importantes políticos le han rendido homenaje a Bolívar, el hombre que nació en medio de la riqueza y se empobreció buscando la Libertad. Bolívar, perdió sus tierras, sus casas fueron destruidas por sus enemigos, nunca acepto los obsequios monetarios de otras naciones y siendo presidente de Colombia pocas veces cobro su sueldo. Nunca abusó de su poder, mucho menos faltó a una ley, no perdonó ni perdonaría a los delincuentes, ni aconsejaría a algún juez hacerlo. “El Libertador” porque así quiso Mi simón Bolívar que se le recordará dejó cantidad de legados, ejemplo de lucha y de vida. Una persona brillante, convincente en sus palabras y profundamente entregado a sus ideales, batalló contra la injusticia e hizo realidad su anhelos; un hombre de carne y hueso, inteligente, emotivo e impulsivo. Vencedor en batallas, un héroe, un personaje glorificado y admirado por la sociedad.

Desde la Muerte de simón, Mí amante eterno la vida no fue igual; fui desterrada de Colombia como una vil ladrona, muchas puertas me fueron cerradas; finalmente encontré refugio en la ciudad de Paita al norte de Perú, allí durante 25 años me dedique a la venta del tabaco, preparar dulces por encargo y bordados hechos a mano en finas prendas. Con frecuencia Recibía la visita de importantes personajes, quienes me admiraban por haber estado tan cerca del gran personaje que fue “Mi Simón”, algunos me decían que fui una ladrona, la ladrona que le robo el corazón al Libertador.  Simón Rodríguez estuvo de visita en Perú y me visitó un par de veces, conversamos durante horas y siempre terminábamos de la misma manera; recordando las hazañas de Mi adorado Simón, me contó en detalle cómo se formó para ser grande, para ser el libertador.


Me sentí muy feliz al saber cada vez más de su infancia, de su juventud, aun cuando no estaba a su lado sentí que cada momento de su vivida desde su nacimiento estuve junto a él; solo me resta decir que en vida adoré a Bolívar, muerto lo veneraré!.


lunes, 14 de octubre de 2013

La noche septembrina

Aún recuerdo la terrible noche del 25 de septiembre de 1828, cuando casa presidencial fue atacada por hombres que pretendían asesinarlo; esa noche, yo Manuelita Sáenz me convertí en la liberadora del libertador, lo ayudé para que, enfermo y débil, lograra escapar arrojándose por un balcón. Perseguido como un prófugo se puso a salvo; pero no corrieron con la misma suerte los centinelas que custodiaban la casa y dos perros de su propiedad que fueron asesinados. El 8 de mayo de 1830 abandona la ciudad de Bogotá con tan solo diecisiete mil pesos producto de la venta de su vajilla de plata, sus alhajas y sus caballos; en su recorrido por el Río Magdalena, y en cada ciudad a la que llega recibe buenas atenciones y cuidados, que valieron poco, pues su salud empeoró. 



domingo, 13 de octubre de 2013

El Descenso

La fuerte vida militar, el frio y el calor de las extensas travesías por lugares en donde escaseaba el agua limpia y la comida; las fuertes situaciones que tuvo que afrontar lo llevaron al deterioro de su salud corporal y emocional. -Mi pobre Simón, Mi pobre Bolívar que era delgado, perdió más peso del que tenía, pálido y con los ojos tristes por el malestar que le causaban las altas fiebres; aun trataba de mantenerse erguido; aunque las dolencias lo agobiaban, continuaba al tanto de sus preocupaciones, se mantenía ocupado en escribir y leer las cartas que recibía constantemente. Estando en Pativilca, al norte de la ciudad de Lima, se enteró de que su querido maestro de infancia Simón Rodríguez se encontraba en Colombia; le escribe una carta invitándolo a visitarlo. En su viaje de visita Simón Rodríguez se encuentra con un Bolívar demacrado, con la voz débil y aspecto cadavérico, al que le pregunta qué piensa hacer ante su débil estado de salud. La respuesta de Bolívar no se hizo esperar: Triunfar!... la enfermedad me ha arrebato el cuerpo, pero jamás la voluntad de mi alma.

Bolívar y Manuelita Sáenz

Durante los años siguientes la oposición española fue eliminada y poco a poco, el poderío español se desvaneció. Con la victoria del general Antonio José de Sucre sobre las fuerzas españolas en la Batalla de Pichincha el 23 de mayo de 1822, el norte de Sudamérica fue liberado. Después de ésta gran victoria, Bolívar preparó su ejército para avanzar por los Andes y liberar al Perú; un territorio de abundante riqueza que era gobernado por un Virrey que representaba el poder de la corona española. Desde el Sur del continente José de San Martín también luchaba por una América libre; El 26 de julio de 1822, en Guayaquil, Simón Bolívar tuvo una conferencia con José de San Martín para discutir una estrategia para la liberación del Perú. Nunca se ha sabido que ocurrió en esa reunión secreta entre estos dos grandes personajes latinoamericanos; poco después, San Martín volvió a Argentina mientras Bolívar se preparó para la lucha contra el último bastión español en Sudamérica. 

Al conocerse la noticia de la victoria de Simón Bolívar en la batalla de Ayacucho se sellaría la libertad del Perú. El pueblo se preparaba para darle una gran bienvenida, las calles estaban repletas, adornadas con flores y banderas, sonaban trompetas y revolantes que anunciaban su llegada. 


Yo por mi parte, observaba desde el balcón de mi casa, ansiaba conocerle, ver el rostro del hombre protagonista de tantas hazañas que la gente contaba. De repente, lo ví venir, montado sobre su caballo Palomo; no pude contenerme y al estar cerca de mi balcón, arroje una corona de laureles, cubierta de rosas que debió haber caído a sus pies; pero, por cuestiones del destino, cayó sobre su pecho. Me ruborice, me sentí torpe por el error que acaba de cometer; error que fue correspondido con una bella sonrisa y un saludo con sombrero de parte de mi Libertador, esa fue nuestra primera mirada…Primera mirada que se prolongó. Al anochecer asistí al baile de bienvenida del Libertador, me vestí de blanco, con un traje que llegaba hasta los pies; el cabello recogido y pendientes dorados; así me vio Simón por segunda vez ese mismo día. Nuevamente, nuestras miradas se cruzaron mientras yo descendía por las escaleras; me ofreció la mano y conversamos mientras compartimos un par de copas de vino. 


Aún recuerdo sus palabras, las primeras líneas que compuso para elogiarme: “Hermosa señora mía, si mis soldados tuvieran su fina puntería estoy más que seguro que hubiéramos derrotado a España”

Durante su estadía en Perú fuí para él una constante compañía, un día me propuso que viajáramos a Santa Fe de Bogotá. No me importó estar casada, pues a pesar de las comodidades nunca pude amar a un esposo al que fui entregada, por mi padre. Decidí abandonarlo todo por el amor que sentía por el libertador; aunque mi reputación fue manchada y muchos hablaban mal de mí, no me arrepentí nunca. Siempre fui una mujer libre. 

Tras la independencia del Perú, la campaña de independencia quedó concluida, Bolívar pudo renunciar a sus poderes militares ante el Congreso del Perú, el 10 de febrero de 1825. Posteriormente partió hacia el Alto Perú, El 6 de agosto de 1825 el Mariscal Sucre en el Congreso del Alto Perú creó la República de Bolivia en honor de Bolívar. Se promulgó la Constitución de 1826, que aunque nunca estuvo vigente, fue escrita por Bolívar. En este mismo año se realizó el Congreso de Panamá, que fue la primera conferencia hemisférica. Sin embargo, la unidad duraría poco, debido a rivalidades personales entre los generales de la revolución, en 1827 explotaron guerras civiles que destrozaron la unión sudamericana por la cual Bolívar había luchado”

sábado, 12 de octubre de 2013

Unas cuantas victorias más…

Después de pasar una larga temporada en Tunja, el 25 de Julio de 1819, Bolívar fue sorprendido en el sitio del Pantano de Vargas a unos cuantos kilómetros de Bogotá. Al verse en desventaja frente al ejercito realista comandado por Barreiro; Simón, convocó al Coronel Venezolano Juan José Rondón, a entrar en combate junto a un grupo de lanceros, diciéndole: “Coronel, ¡Salve usted la patria….!”. La respuesta de Rodón fue contundente: “¡Que los valientes me sigan!”. Así, se aseguró el triunfo para el ejército libertador. Poco tiempo después el 7 de agosto de 1819; Cuando mi Simón se encontraba instalado en Tunja, vino hacia él un humilde campesino de poncho y sombrero que traía un hermoso potro de color blanco que resplandecía con el brillo del sol; el campesino acercándose, le dijo: -Mi general, mi general, aquí le manda mi esposa Casilda, este hermoso ejemplar que pario la burrita que usted tanto insistió en comprar, pues el gran General que soñó mi esposa, es su merced-.


Aún recuerdo el brillo de los ojos de Simón, cuando me contó esta historia, del obsequio que recibido de manos de unos campesinos, el hermoso caballo Blanco como las nubes del cielo al que llamo “Palomo”; un fiel compañero con el que enfrento grandes pruebas y vivió importantes victorias. Palomo, el grande, le robo una parte del corazón a mi Libertador; el noble caballo Palomo, al que lloró durante días al perderlo en brazos de la muerte tras padecer de cansancio y dolores después de tantos caminos recorrer… Palomo descansa en paz…

Al traer a mi mente estos bellos recuerdos, se despiertan las emociones en las que
se conjugan la soledad y la tristeza… pero, es necesario contar esta historia,
 la historia de un hombre con un ideal.

Tiempo después, Mi General Bolívar observó el ejército realista que parecía tener más de tres mil hombres que avanzaban rumbo a Bogotá. Como era necesario detenerlos, montado en su caballo Palomo, se les adelantó. Las tropas libertadoras se presentaron a la batalla en el puente de Boyacá, el paso obligado hacia la capital. El combate dejó a más de la mitad de combatientes realistas muertos, heridos y los que aun Vivian fueron apresados; frente a la derrota Juan Sámano huye hacia Cartagena para ponerse a salvo. Finalmente Bolívar y su ejército entran triunfantes a Santa Fe la capital de la nueva granada.

Muy importantes fueron las victorias obtenidas por el Gran Simón Bolívar durante ese complicado año; para asegurar la libertad de las nuevas naciones, en el congreso extraordinario en la ciudad de Angostura el 11 de diciembre de 1819, unió a la Nueva Granada y Venezuela bajo el nombre de Republica de Colombia y se nombre su presidente.

viernes, 11 de octubre de 2013

Las grandes victorias

Con tan solo 29 años Bolívar tiene el propósito de vencer al general Francisco de Miranda, a quien considera un traidor por capitular frente a Monteverde.  A pesar del fracaso, Bolívar no se da por vencido y decide refugiarse en Caracas en casa del Márquez Casas de León, allí permanece hasta agosto de 1812 cuando logra salir de la Guaira y refugiarse en Cartagena; en ésta ciudad, Bolívar escribió su famoso "Manifiesto de Cartagena" en el cual declara que la Nueva Granada debería ayudar en la liberación de Venezuela porque “su causa era la misma y la libertad de Venezuela traería la libertad de Nueva Granada”. Bolívar recibe ayuda de la Nueva Granada para emprender lo que él llamó “La campaña admirable”; en 1813 invade Venezuela, entrando triunfante en Mérida el 23 de mayo el pueblo de esta noble ciudad le da el nombre del “Libertador”.


El 15 de junio de 1813 mientras avanzaba “La campaña admirable” Bolívar expresó su célebre decreto


“Españoles y canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América; americanos contad con la vida, aun cuando seáis culpables en favor de la libertad.”

Bolívar tomó la ciudad de Caracas el 6 de agosto; poco después proclamó la segunda república venezolana, ratificando su compromiso con la libertad de la Nueva Granada. Un año más tarde Bolívar sitió la ciudad de Cartagena, pero la falta de ayuda, le hizo desistir y refugiarse en la isla de Jamaica; allí escribió su famosa "Carta de Jamaica" en la que aboga por la unidad de América para lograr la Libertad, de las nuevas naciones:  

“La América esta encontrada entre sí, porque se haya abandonada de todas las naciones, aislada en medio del universo, sin relaciones diplomáticas ni auxilios militares y combatida por la España, que posee más elementos para la guerra, que cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir”

En busca de apoyo para la campaña libertadora, en ese mismo año Bolívar viajó a la recientemente independizada isla de Haití para solicitar a su presidente, Alejandro Sabes Petión, apoyo para ayudar a la causa americana.  En 1817, con ayuda de del gobierno de Haití regresó al continente para continuar la lucha.  Su idea era reunirse con el general Santander para planear la estrategia militar y trazar las rutas que los llevarían finalmente a Santafé de Bogotá y así finalmente desterrar a los españoles encabezados por el general Juan Sámano.  El paso por los Andes, fue una de las hazañas más grandiosas de la campaña libertadora, debió a las circunstancias por las que debió pasar el ejército al enfrentar el inclemente frio de las mesetas Andinas. En el difícil camino se perdieron algunos caballos y armas; también se afectó la salud de los combatientes que aun así continuaban con el ideal de vencer y conseguir la Libertad. La motivación de la tropa los llevo a cruzar los Andes, por el páramo de Pisba, en tan solo cuatro días; en el camino recibieron ayuda de algunos pobladores de la región de Tunja que les dieron alimentos, ropas y armas con los cuales lograron recuperarse y prepararse para las batallas que habrían de venir. - Gracias a estos campesinos los soldados de mi Simón se fortalecieron-


En la casa de una humilde familia campesina, donde vivía la señora Casilda y su esposo; Simón aprovecho para proponerle a la pareja que le vendieran la burrita que tenían en la finca, pues su caballo ya estaba muy viejo y agotado. El esposo, le respondió, que no podía venderle la burra pues estaba preñada y podría perder la cría; Simón insistió diciendo que le pagaría, por la burra y su cría; ante lo cual, humildemente el campesino dijo: Mi general la burrita no está en venta, pues queremos ver nacer la cría; mi esposa hace un par de días, soñó que la burra paría un hermoso potrillo blanco, cuyo dueño sería un triunfador general, un vencedor de muchas batallas, de buen porte y elegante poder,  y a ella los sueños nunca le fallan-  Simón de manera Cortés comprendió y con un gesto de gratitud partió de allí junto con sus hombres con rumbo hacia la fría población de Tunja - Boyacá.
  

jueves, 10 de octubre de 2013

El Comienzo del Libertador

Simón, quedó viudo y con su corazón roto, juró a su amada nunca jamás volverse a casar.  Intentando olvidar su desdicha, regresó a España y poco después viajó  a Francia donde recibió la noticia que allí, ya no había un rey, sino un gobernante llamado Napoleón Bonaparte, un joven general cuyas hazañas militares se escuchaba por todas partes.


Simón cambio repentinamente y no era de extrañarse; pues gastaba su dinero en vanos pasamientos, se dedicó a ser partícipe de fiestas juveniles, pues no tenía una profesión clara y no sabía cómo ordenar su vida. Uno de esos días, llegó a sus oídos la noticia de que su maestro de infancia Simón Rodríguez se encontraba en Viena; Simón salió en su búsqueda y lo trajo consigo a Paris, pues estaba seguro que solo él lo podría entender y ayudarle a encontrar el rumbo para su vida.

Estando reunidos en la gran ciudad de Paris, son testigos de la coronación de Napoleón Bonaparte como Emperador; un hecho que generó un gran impacto en el mundo entero. Al no estar de acuerdo con el nuevo emperador, al cual se calificaba como traidor a las ideas de la Revolución Francesa; Simón Bolívar y Simón Rodríguez viajaron a Roma, en donde se dedicaron a estudiar, los clásicos de la cultura griega.  El maestro infundió en Bolívar el sentimiento antimonárquico que cuestionaba incluso el poder que ejercía la corona española sobre Venezuela. Cierto día al encontrarse en una de las siete colonias que rodean la ciudad de Roma, convencido de que todos los americanos debían luchar contra el régimen español, frente a su maestro Simón Rodríguez, pronuncia “El Juramento del Monte Sacro” en el expresó las palabras que comprometerían su vida con un gran propósito.


Juro delante de usted,
Juro por el Dios de mis padres, juro por ellos,
Juro por mi honor y juro por mi patria
Que no daré descanso a mi brazo,
Ni reposo a mi alma,
Hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen
 Por voluntad del poder español.

Su espíritu independentista se afianza con los acontecimientos de 1808, cuando después de encarcelar al Rey; Napoleón instaló a su hermano, José Bonaparte, como Rey de España, iniciándose una gran revolución popular conocida como la Guerra Peninsular en defensa del rey derrocado por los franceses. En América, también el pueblo se sublevó, formándose las juntas regionales para luchar contra el usurpador de la corona. Las juntas americanas que buscaban la independencia, además de luchar contra la persona de José Bonaparte, luchaban contra del poder de la corona española.  En ese mismo año, Simón regreso a Caracas tratando de convencer a sus parientes y amigos de que América necesitaba independizarse del régimen español, ahora en manos de la dictadura francesa impuesta por Napoleón; pero, sus intentos fueron fallidos debido a que las noticias provenientes de Europa sobre la situación de España tardaban meses en llegar a América; la información era confusa e inexacta y no permitía tener una idea real de los acontecimientos.

La situación pronto cambió, a comienzos de julio de 1808, el gobernador de Caracas, Juan de Casas recibió un ejemplar del diario londinense “The Times” en el que se comunicaba la alarmante noticia de que el trono español estaba en manos de Napoleón.  Las autoridades trataron de ocultarle la noticia a la gente del pueblo, pero con el arribo a puerto del bergantín francés “Le Serpent” con varios comisionados enviados por Napoleón, se desató el caos entre la población; la confusión fue mayor con la llegada del capitán de fragata inglés Beaver, quien desmintió el total dominio de Francia sobre España; anunciando que aún se mantenía la lucha por rechazar a los franceses invasores y que Napoleón no tenía el control de la situación.

Basada en estas noticias, la sociedad caraqueña se dividió en dos bandos, uno liderado por Simón Bolívar quien proclama la liberación de todas las provincias y la total independencia de España; el otro bando liderado por algunos criollos que querían mantener el régimen liderado por Fernando VII. Siguiendo el curso de los acontecimientos, el 3 de junio de 1811, Simón Bolívar dió su discurso en favor de la independencia americana ante la Sociedad Patriótica; dos días después es declarada la Independencia venezolana.  Para consolidar la independencia de Venezuela Bolívar viaja a Londres junto con Andrés Bello y López Méndez para gestionar el apoyo de Inglaterra, allí también, se reúne con Francisco de Miranda el venezolano más famoso de la época por ser un general de la independencia Norteamericana; Bolívar logra convencer al general Miranda para que venga a dirigir la independencia de su país.

El 13 de agosto de 1811, las fuerzas venezolanas bajo el mando de Francisco de Miranda lograron una victoria en Valencia. El 24 de julio del año 1812, un terremoto devastó la ciudad de Caracas, dándole razones al clero que quiso mostrar ésta catástrofe como un castigo divino para el pueblo, por sublevarse contra el monarca español. Para mantener el ánimo y la confianza de la gente en la causa libertadora, Bolívar proclama:"Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos, que nos obedezca".

En sus primeras acciones militares Simón Bolívar decide ocupar la guarnición de Puerto Camello, lo cual resulta ser un fracaso; el General Miranda se rindió el 30 de julio de 1812, pasándose a las fuerzas del jefe realista Domingo Monteverde.  Bolívar, tras su debut convertido en fracaso, se mantiene firme en sus palabras:
“Lejos de aceptar la derrota, Juro que seguiré hasta el fin”.

miércoles, 9 de octubre de 2013

La formación de un visionario


Un adolescente con amplios conocimientos y firmes pensamientos era el nuevo Simón.  En medio de hermosos amaneceres a la fresca brisa de la mañana; Simón Rodríguez le enseño a leer, con firmeza y suavidad le enseño a escribir; nunca le impuso al pequeño Simón obligaciones, ni tareas, mucho menos horario; por el contrario, le daba la libertad de aprender sin presionarlo; sus enseñanzas transcurrían a cualquier hora del día, en cualquier parte de la casa, El maestro siempre le demostró afecto y apoyo, se interesó por sus pasatiempos, sus juegos y por sus problemas. El Maestro y su discípulo compartían y dialogaban de las cosas cotidianas de la vida, convirtiéndose en grandes amigos. Poco a poco el niño crecía, para fortalecer su cuerpo y su alma realizaba fuertes ejercicios y largas caminatas por la hacienda San Mateo, siempre en compañía de su maestro.

Como la mayoría de los jóvenes de familias influyentes de la sociedad recibió clases privadas en su casa.  La educación de Simón fue complementada con las ideologías del Doctor Andrés Bello, el mejor humanista de todos los tiempos; un amante de la poesía, que indujo a Simón por los caminos de la literatura, que le daría a su corazón de temple, apasionado y el amor por la Libertad.  Bello se hizo eterno en sus escritos, por la manera en que le enseño a escribir a través de la poesía, la literatura y los conocimientos de historia y geografía.  El padre Andújar muy admirado por aquellos tiempos le enseño matemáticas. En Europa, culminó sus estudios en la academia de San Fernando de Madrid; allí también aprendería esgrima, danza y equitación. También estudió dibujo topográfico, geografía y física.

En 1798, a la edad de 14 años, el joven simón, (-Mi Simón-), abandona su niñez al ingresar como cadete al ejército de su majestad, el Rey de España. Poco después el 4 de julio de 1799 es ascendido a subteniente. En la Guaira sube a la embarcación San Ildefonso, un navío con la máxima perfección de la época, compuesto por dos cubiertas y con setenta y cuatro cañones, que iba rumbo a Madrid, pasando por Cuba y México.  Este sería el primero de una serie de viajes que harían parte de la trayectoria del Libertador, quien a los 15 años contaba con una importante posición social y muchas cartas de recomendación; en este viaje se disponía a abandonar por primera vez su país para transformarse en hombre de mundo. Este viaje a España le permitiría continuar con sus estudios y estar al lado de su querido tío Don Esteban, con quien podría llevar una vida más tranquila y amena. En Madrid lugar de residencia del Rey y de la gran corte Española, había grandes bibliotecas, centros culturales y reconocidos maestros; allí el joven Bolívar centró su interés en la filosofía, el estudio de las lenguas y la política.  También, viajó a Francia  y visitó la ciudad de París, que en ese entonces era una de las ciudades más importantes de Europa.


A la edad de 19 años, conoce a quien sería su esposa, María Teresa Josefa Antonia Rodríguez del Toro una hermosa joven de familia criolla, nacida en Madrid.  La feliz pareja ahora unida en santo matrimonio decidió embarcarse rumbo a Venezuela donde establecerían su hogar; pero la felicidad duro muy poco, la muerte se hizo presente llevándose a María Teresa, tras padecer los terribles síntomas de la fiebre amarilla.

martes, 8 de octubre de 2013

Un nuevo comienzo

Simón no logró acostumbrarse a la convivencia con su tío Carlos; al enterarse de la intención que tenía de enviarlo a vivir junto a su maestro Simón Rodríguez, se llenó de valor y aprovechando su ausencia huyo a casa de su hermana Mayor quien ya se encontraba casada con Don Pablo de Clemente y Francia. María Antonia y su esposo obtuvieron la autorización provisional para mantener el niño en casa, le brindaron protección durante un tiempo hasta que el tío Carlos al regresar hizo ejercer sus derechos ante la Real Audiencia, declarando que su sobrino era desaplicado y desobediente a pesar del buen trato que le había sido dado. María Antonia estaba en desacuerdo y veía en su hermano un niño obediente y aplicado, que sabía leer y escribir. Finalmente, la Real Audiencia falló a favor de Don Carlos Palacios y Simón fue obligado por la ley a volver a casa de su tío. Mostrando la fuerza de su carácter, el niño se niega rotundamente a regresar; sus palabras quedaron registradas en el expediente del juicio; en ellas expresa su voluntad y carácter: “De mis bienes podrán disponer, pero no de mi persona, pues en esta solo mando yo”.




Al regresar a casa de su hermana, Simón se rehusó a salir de ella (-Yo también lo hubiera hecho-) no hubo palabras que lo convencieran de ir nuevamente a vivir con su tío. Al pretender llevarse al niño por la fuerza, se formó un gran alboroto; el niño Simón se aferró a Don Pablo, el esposo de María Antonia, para evitar que se lo llevaran. Su otro tío Don Feliciano, golpeo al niño al tratar de obligarlo; ante éste hecho Don Pablo reacciono haciéndole un reclamo. Don Feliciano se enojó aún más y desenfundo la espada. Don Carlos Palacios ante la gravedad de la situación ordenó a un esclavo retirar al niño y llevarlo a casa de Don Simón Rodríguez. Así terminó este insólito episodio.

El maestro Simón Rodríguez renunció a la escuela pública y se dedicó a continuar con la educación de Simón preparándolo para un futuro brillante, con ideas nuevas que tocaron a fondo el corazón del infante y lo forjaron para ser un gran hombre y ante todo un líder. El trabajo del maestro sería reconocido años más tarde cuando en una carta de agradecimiento, le escribiría estas sentidas líneas: 



"Usted formó mi corazón para la libertad,
Para la grandeza, para lo hermoso;
Yo he seguido, el sendero que usted me señaló”.

lunes, 7 de octubre de 2013

¿Quién cuidaría de Simón?

Durante un tiempo, Simón y sus hermanos vivieron en casa del abuelo junto a Carlos Palacios su otro tío, un hombre de personalidad amarga y seca; Sin mayor interés por el bienestar de sus sobrinos, quien los dejo a cargo de los empleados y confió su educación a la escuela pública de Caracas, conocida como “La Escuela de las Primeras Letras” allí enseñaban lectura, literatura, aritmética y doctrina cristiana.


El 23 de mayo de 1791, con tan solo 20 años de edad, había llegado a las puertas de la escuela el Maestro Don Simón Rodríguez para ser el nuevo servidor de la educación en la “Escuela de las primeras letras”. Poco tiempo después por carecer de instalaciones propicias para la educación de los alumnos y materiales útiles para la enseñanza, la escuela fue trasladada a una casa cercana con una mejor estructura y algunos muebles que fueron donados por los padres de los estudiantes. Aun así, la educación no era la más apropiada, un solo maestro no era suficiente para impartir conocimientos a ciento cuatro estudiantes. El maestro Simón Rodríguez observaba la falta de compromiso de los estudiantes que no asistían con puntualidad y de los padres, que no cumplían con el pago de la pensión; además, la mayoría de los niños no tenían libros pues eran escasos y costosos. En sus primeros años de escuela el pequeño Simón tuvo un desempeño poco brillante y término por acostumbrarse a la precaria situación de la institución donde estudiaba.

domingo, 6 de octubre de 2013

La muerte de sus padres

Cierto día la señora María de la Concepción Palacios de Bolívar se encontraba, sentada en la sala de su casa. Con voz suave, pidió a los niños hacer silencio y no formar alboroto en la casa, pues su esposo estaba muy delicado de salud. El médico de la familia visitaba y cuidaba diariamente de la enfermedad del señor Juan Vicente. La hermana mayor de Simón, la niña María Antonia decidió preguntar que dolencia tenía su padre; el medico con un gesto desalentador respondió: -No te preocupes tu padre se pondrá bien, ya verás que si- ella no muy convencida y con los ojos aguados, dijo en voz baja a sus hermanos: -Papá está muriendo…- Y así fue, su padre estaba muriendo de verdad. El 19 de Enero de 1789, Doña Concepción reunió a sus hijos, los sentó junto a ella; los besó y mirándolos con los ojos llenos de lágrimas les dijo: -Mis niños, papá ha muerto se ha ido al cielo; desde ahora yo los amare mucho más de lo que ya los amo-.


La tristeza invadió el joven corazón de Simón con la muerte repentina de su padre a la edad de 60 años, tras padecer de tuberculosis. Toda la familia se vistió de luto, amigos y familiares se reunieron alrededor del féretro acompañando a la desconsolada familia. El único consuelo que Simoncito tenía, era el amor de su querida madre quien fue designada por su esposo como tutora de sus hijos, quienes heredaron una importante fortuna. Viuda a la corta edad de 20 años, Doña Concepción tuvo que tomar las riendas de su casa y su familia, y continuar con los negocios de su esposo; entre ellos la fábrica “Quinta de la cuadra del Guiare” que dejó sin terminar y que por herencia le correspondió a Simón.

El amor de su madre, ayudo al joven Simón a superar el duelo. En 1790, Simón realizó su confirmación, a la edad de siete años; el señor Esteban Palacios y Sojo Blanco su tío, fue el padrino quien se convirtió en su segundo padre; las continuas demostraciones de amor por su huérfano sobrino, formaron en el corazón de Bolívar un inmenso cariño hacia su querido tío.

Doña Concepción había respondido de manera eficiente a las responsabilidades en el manejo de los negocios familiares y las haciendas ubicadas en San Mateo, los Valles de Aragua y otras zonas aledañas. Todo marchaba de manera esplendida, pero su salud empezó a decaer al contagiarse de tuberculosis; aunque se mantuvo fuerte, su estado de salud agravó; entonces decidió realizar su testamento. El 29 de junio de 1792, día de la celebración de San Pedro, estaba segura de que su muerte no tardaría; mandó a reunir a sus familiares cercanos para anunciar el estado de su enfermedad. La mañana del 6 de julio de 1792 a las 11:30 fue llamada por Dios, dejando a sus hijos en profunda tristeza.


A los nueve años “Mi pobre Simón” quedó huérfano, sin padres que lo mimaran, pero con un inmensa fortuna para él, su hermano Juan Vicente y sus dos hermanas María Antonia y Juana. Doña Concepción había designado en su testamento que sus niños deberían quedar bajo la custodia de su abuelo materno Don Feliciano Palacios, quien tenía todas las intenciones de brindarle un futuro prometedor a sus nietos. El abuelo Feliciano preocupado por darle seguridad a su nieto decidió consultar a Simón con quien le gustaría vivir si algo llegara a sucederle; a lo cual Simón respondió que desearía vivir con su tío Esteban Palacios y Blanco quien se encontraba en España. En diciembre de 1793, tras la muerte de su abuelo, el joven Simón queda a cargo de sus tías Josefa y María Ignacia quienes lo cuidarían hasta la llegada su nuevo tutor.

sábado, 5 de octubre de 2013

Los primeros años…

Simón como todos los niños de su época creció en los brazos de su esclava Hipólita, quien lo amaba y consentía como una verdadera madre, ella y la negra Matea se encargaron de cuidarlo y alimentarlo con su leche materna, el alimento primario en la vida de un recién nacido. En sus ratos libres Simón jugaba con sus hermanos y amigos en el amplio jardín de la casa, al palito mantequillero, la gallinita ciega, el gárgaro malojo, el escondite y escuchaba cuentos y leyendas que le contaba su nana la negra Matea. Allí mismo, al aire libre, respirando el aroma y la frescura de la naturaleza recibía de sus maestros las primeras enseñanzas. Al igual que sus tres hermanos mayores, María Antonia, Juana Nepomucena, y Juan Vicente, disfrutaba los días que pasaba en la hacienda, y especialmente los paseos por los valles de Aragua en la población de San Mateo. La naturaleza y los animales eran uno de sus gustos y placeres de su alma infantil.


Desde pequeño Simón fue un líder; aun siendo el menor tomaba sus propias decisiones, solía pasar bastante tiempo junto a los esclavos y mestizos que trabajaban en las plantaciones; se divertida jugando al trompo, escalando árboles, bañándose en el rio junto a ellos. A la edad de 8 años después de varios días de entrenamiento y se convirtió en un inigualable jinete.

viernes, 4 de octubre de 2013

Una Bendición Recibida

Las campanas resonaban y la iglesia elegantemente decorada acoge con el bautismo a su nuevo hijo; el 30 de Julio de 1783, los esposos Bolívar llevan en sus brazos al pequeño Simoncito vestido de blanco, con corbata y chalequito. Los acompaña el abuelo Don Feliciano Palacios y Sojo, quien sería el padrino y otros familiares que fueron testigos del llanto del pequeño infante al ser humedecido con el agua bendita que recibió de las manos de su primo el Doctor Juan Félix Jerez y Aristeguieta quien se encargó de bautizarlo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Nacimiento de un grande


Todo comienza en el año 1783, en la bella ciudad de caracas lugar de residencia de una distinguida familia, conformada por el coronel Juan Vicente de Bolívar y Ponte y María de la concepción Palacios y Blanco quienes esperaban ansiosamente el nacimiento de su cuarto hijo. 

El atardecer dio paso a la noche; era el día 24 julio del año 1783, cuando María de la Concepción dio a luz a su anhelado hijo a quien llamaron Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco. La casa de la familia Bolívar estaba llena de gente, que no paraba de felicitar a los nuevamente padres; el nacimiento de Bolívar marcó en el calendario el comienzo de un cambio trascendental en la historia.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Introducción


Manuela Sáenz Aizpuru
(Confidente de Simón Bolívar)

Alguna vez, en un lugar distante, nació un niño, que tenía los ojos tan brillantes como las estrellas en medio del oscuro cielo a mitad de la noche; este pequeño niño que estaba destinado a un futuro glorioso, fue llamado Simón Bolívar, el libertador.

…Esta es su historia…

martes, 1 de octubre de 2013