miércoles, 16 de octubre de 2013

La caída de un grande

Finalmente, llega a la ciudad de Santa Marta en estado de postración el 1 de diciembre de 1830. En sus momentos de lucidez logró dictar su testamento en el que proclamó que con su muerte por lo menos se conservara la unión de las nuevas repúblicas y desaparecieran los partidos políticos. Simón era atendido por el prestigioso Medico Francés Doctor Alejandro Próspero Reverend, quien constantemente revisaba su estado de salud. Al tomar la mano del libertador, notó la serenidad en su rostro, como si el dolor se hubiera ido, su pulso estaba desapareciendo. Sin pensarlo, pidió a los generales y oficiales que le acompañaban: “Señores acercáis, si queréis presenciar, el último aliento del Libertador ya es tiempo”. Tímidamente, se acercaron, entre ellos el general Monilla, quien al observar la escena entre lágrimas dijo: “Hoy murió el sol resplandeciente de Colombia a la edad de 47 años”, saco su espada, se dirigió al reloj de la habitación y cortó el péndulo a la una y tres minutos y cincuenta y cinco segundos, del día 17 de diciembre de 1830. Al amortajar el cuerpo se dio cuenta que la única camisa que tenía Bolívar estaba rota y dijo: “Bolívar aun muerto no vestirá una camisa rota, voy a traer una de las mías”. Le entregaron una que mandó el general José Laurencio Silva y con esa vistió el cuerpo.


El libertador de cinco naciones recibió cristiana sepultura en el altar mayor de la suntuosa Catedral Basílica de Santa Marta, donde permaneció hasta el 22 de noviembre de 1842, cuando fue traslado a su ciudad natal, donde reposó en la cripta de la Santísima Trinidad de la Catedral de Caracas, junto a las cenizas de sus padres y las de su esposa María Teresa del Toro; el 28 de octubre de 1876, fue traslado al Panteón Nacional donde sus restos permanecen.

En muchas partes del mundo se ha escuchado su nombre, poetas, escritores e importantes políticos le han rendido homenaje a Bolívar, el hombre que nació en medio de la riqueza y se empobreció buscando la Libertad. Bolívar, perdió sus tierras, sus casas fueron destruidas por sus enemigos, nunca acepto los obsequios monetarios de otras naciones y siendo presidente de Colombia pocas veces cobro su sueldo. Nunca abusó de su poder, mucho menos faltó a una ley, no perdonó ni perdonaría a los delincuentes, ni aconsejaría a algún juez hacerlo. “El Libertador” porque así quiso Mi simón Bolívar que se le recordará dejó cantidad de legados, ejemplo de lucha y de vida. Una persona brillante, convincente en sus palabras y profundamente entregado a sus ideales, batalló contra la injusticia e hizo realidad su anhelos; un hombre de carne y hueso, inteligente, emotivo e impulsivo. Vencedor en batallas, un héroe, un personaje glorificado y admirado por la sociedad.

Desde la Muerte de simón, Mí amante eterno la vida no fue igual; fui desterrada de Colombia como una vil ladrona, muchas puertas me fueron cerradas; finalmente encontré refugio en la ciudad de Paita al norte de Perú, allí durante 25 años me dedique a la venta del tabaco, preparar dulces por encargo y bordados hechos a mano en finas prendas. Con frecuencia Recibía la visita de importantes personajes, quienes me admiraban por haber estado tan cerca del gran personaje que fue “Mi Simón”, algunos me decían que fui una ladrona, la ladrona que le robo el corazón al Libertador.  Simón Rodríguez estuvo de visita en Perú y me visitó un par de veces, conversamos durante horas y siempre terminábamos de la misma manera; recordando las hazañas de Mi adorado Simón, me contó en detalle cómo se formó para ser grande, para ser el libertador.


Me sentí muy feliz al saber cada vez más de su infancia, de su juventud, aun cuando no estaba a su lado sentí que cada momento de su vivida desde su nacimiento estuve junto a él; solo me resta decir que en vida adoré a Bolívar, muerto lo veneraré!.


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