Durante un tiempo, Simón y sus hermanos vivieron en casa del abuelo junto a Carlos Palacios su otro tío, un hombre de personalidad amarga y seca; Sin mayor interés por el bienestar de sus sobrinos, quien los dejo a cargo de los empleados y confió su educación a la escuela pública de Caracas, conocida como “La Escuela de las Primeras Letras” allí enseñaban lectura, literatura, aritmética y doctrina cristiana.
El 23 de mayo de 1791, con tan solo 20 años de edad, había llegado a las puertas de la escuela el Maestro Don Simón Rodríguez para ser el nuevo servidor de la educación en la “Escuela de las primeras letras”. Poco tiempo después por carecer de instalaciones propicias para la educación de los alumnos y materiales útiles para la enseñanza, la escuela fue trasladada a una casa cercana con una mejor estructura y algunos muebles que fueron donados por los padres de los estudiantes. Aun así, la educación no era la más apropiada, un solo maestro no era suficiente para impartir conocimientos a ciento cuatro estudiantes. El maestro Simón Rodríguez observaba la falta de compromiso de los estudiantes que no asistían con puntualidad y de los padres, que no cumplían con el pago de la pensión; además, la mayoría de los niños no tenían libros pues eran escasos y costosos. En sus primeros años de escuela el pequeño Simón tuvo un desempeño poco brillante y término por acostumbrarse a la precaria situación de la institución donde estudiaba.
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